Enfermedades sociales

¿Qué son las patologías sociales?


por Ricardo Milla

Écoles des hautes études en sciences sociales

Centre Georg Simmel


Se habla desde hace mucho tiempo de sociedades enfermas. Se dice que nuestra sociedad actual está enferma, que vivimos en una sociedad enferma. Más, ¿qué significa que la sociedad está enferma? ¿Puede enfermarse una sociedad? De ser así, ¿cómo podría serlo? Este problema no es de poca monta para la filosofía social. No lo ha sido desde lo comienzos del filosofar griego. Ya Platón se refería a la democracia como una fiebre social[1]. Siglos después, Marx describiría las condiciones de trabajo en la sociedad capitalista, que conducen a un estado de alienación, como una pérdida del propio ser[2], la cual “seine Physis abkasteit und seinen Geist ruiniert” [3]. No es difícil de notar que la situación actual no dista mucho de la hace siglo y medio atrás. Sin embargo, más parece que la sociedad enferma a los individuos. Así lo notó el sociólogo francés Émile Durkheim al referirse al suicidio[4]: sería la sociedad la que enferma al sujeto porque ella está enferma. Empero, contrariamente a ello, Erich Fromm en Una sociedad sana indica que la sociedad se hace enferma en tanto hay una cantidad no despreciable de individuos enfermos que la enferman[5].

Como fuere, queda claro que los teóricos sociales han vislumbrado una problemática no poco compleja ni mucho menos sencilla de resolver. No es mi intención darle solución aquí sino solo presentar tal problema y redondear una conceptualización inicial.

En primer lugar, habría que establecer que si una sociedad puede caer enferma es porque con anterioridad puede estar sana o más o menos sana, esto es, en un estado de no sufrimiento, de estabilidad, de funcionamiento según una normatividad –valga la redundancia– funcional. Esta dicta una normalidad. Y esta a su vez lo que es normal. ¿Cómo sabemos lo que es normal? Sencillamente lo que se adecua a la norma. ¿Y quién está autorizado a reglar la norma social? No queda más respuesta que la sociedad misma. Exactamente una respuesta circular. Porque en teoría social nos atenemos al objeto de estudio del mismo objeto, sin salir de él; esto es, eso que llamamos crítica inmanente: no salimos fuera de la sociedad para analizarla y decidir qué es válido y qué no, sino que lo podemos hacer siempre desde dentro. No hay otra salida, no hay otro método. Por lo que, lo normal en la sociedad lo decide la misma sociedad en cuanto sociedad. Los actores sociales se encuentran con un mundo social ya existente, que les preexiste; ellos se ven arrojados a ese mundo, y en ese mundo se desarrollan. En sus instituciones se rigen, crecen, aprenden, las critican, las cambian, las nutren, las mejoran. La norma social es un organismo viviente que está en constante movimiento. En ese devenir vivo es que la sociedad puede enfermarse. Y también curarse. ¿Enfermarse respecto a qué? Respecto a sus propios referentes normativos elegidos y decididos en el devenir histórico-social. Así, decimos una sociedad está sana si responde a los principios normativos que ha asumido qua sociedad.

En segundo lugar, establecemos como enfermedad social a los disfuncionamientos sociales que se traducen en fenómenos que acaecen en la sociedad y hacen daño a un grupo de miembros o a todos los miembros de aquella. Efectivamente no basta con la desconexión normativa y la expectativa inmanente entre lo normativo y aquello que no se cumple en el devenir social, sino que esto debe hacer daño a los miembros de la sociedad y, en última instancia, al todo social. De otro modo, estaríamos solo ante un problema de injusticia social u otro problema social similar. Pero no es así. Nos encontramos ante patologías sociales: fenómenos propios que hace daño efectivo a individuos y afectan su desarrollo en tanto actores sociales y ello afecta al todo social. Por poner un ejemplo: el tráfico limeño. Es tan intenso que los habitantes de la ciudad de Lima pasan 4 horas diarias en promedio atrapados en el tráfico de sus calles. Esto afecta psicológica y físicamente a los ciudadanos. Pero, sobre todo, hay una afección en el desarrollo de lo que su ciudad, como constitución de su sociedad, debería ofrecerles en cuanto individuos y en cuanto ciudadanos. Esto configura un daño ya no solo a nivel individual sino social e implica al todo social y a lo que la sociedad como finalidad apuntaría: el desarrollo de la libertad de cada sujeto que la conforma. De igual modo, podríamos mencionar la persecución ideológica, la invisibilización de personas marginadas, la autoexplotación del emprendedor, etcétera. Patologías sociales que hacen daño y por su daño configuran su enfermedad.

Hasta aquí podemos tener una clara introducción de lo que son las patologías sociales y en qué sentido hablamos de enfermedades sociales. Otro modo de hablar de enfermedad social sería muy superficial y meramente aproximativo, tanto que no valdría la pena tomar en cuenta.

[1] Cf. F. Freyenhagen, Critical Theory and Social Pathology, en E. Hammer, A. Honneth, et P. Gordon (eds.), Routledge Companion to the Frankfurt School, Londres: Routledge, 2008, p. 1. (Debo agradecer a Fabian Freyenhagen por su manuscrito que amablemente me dio antes de ser publicado).

[2] K. Marx, Ökonomisch-philosophische Manuskripte aus dem Jahre 1844, Seite XXIII, en K. Marx et F. Engels, Werke, Ergänzungsband, B. 40, Berlín: Dietz Verlag, 1968, p. 514. Nuestra traducción de esta frase: “No pertenece a su ser esencial”. (Fischbach traduce “no pertenece a su ser” para la versión francesa: K. Marx, Manuscrits économico-philosophiques de 1844, París: Vrin, 2007, p. 120. En la versión inglesa de Milligan, preparada para la famosa casa editorial soviética Edición Progreso (Издательство Прогресс) – él traduce, por el contrario: “intrinsic nature”, en: K. Marx, Economic and Philosophic Manuscripts of 1844, Moscú: Progress Publishers, 1959. Mi decisión de agregar “esencial” debe ser que la palabra alemana Wesen hace referencia a la existencia que pertenece propiamente a un ser – no a la existencia que se posa ahí, en la realidad concreta: Dasein).

[3] Ibid. De la traducción de Fischbach : « y mortifie son physique et y ruine son esprit » (K. Marx, Manuscrits économico-philosophiques de 1844, p. 120). Las itálicas son nuestras. Traducimos por: “mortifica su físico y arruina su espíritu[/mente]”.

[4] Cf. E. Durkheim, Le suicide. Étude de sociologie, Paris : Ancienne Librairie Germer Baillière, 1897, p. 450. Là il écrit : « On ne peut donc enrayer ce courant de tristesse collective qu’en atténuant, tout au moins, la maladie collective dont il est la résultante et le signe » (Las itálicas son nuestras). “Esta corriente de tristeza colectiva solo puede ser frenada atenuando, al menos, la enfermedad colectiva de la que es el resultado y el signo.” La traducción es nuestra.

[5] E. Fromm, The Sane Society, Londres: Routledge, 2008, p. 266.